. Los documentos nacen o se reciben en las oficinas formando su archivo. Transcurrido un cierto período de tiempo no son ya necesarios allí y si no son retirados o eliminados, se producirá una acumulación que impedirá archivar los nuevos documentos que se sigan tramitando. Las oficinas son espacios de trabajo donde se tramitan los documentos, pero no donde se conservan y acumulan. Esto es importante tenerlo presente de cara a la organización. Los documentos estarán en ellas siempre y cuando sean necesarios para los empleados públicos en su trabajo cotidiano.
Las oficinas son espacios de
trabajo donde se tramitan los documentos, pero no donde se conservan y
acumulan. Esto es importante tenerlo presente de cara a la organización. Los
documentos estarán en ellas siempre y cuando sean necesarios para los empleados
públicos en su trabajo cotidiano. Y ¿esto, por qué ocurre? Porque los documentos
independientemente de las características ya enumeradas tienen un valor que
puede venir dado por su información o como sustentador de derechos. Como ya
hemos adelantado estos valores pueden ser:
·
Valor Administrativo
·
Valor Legal/Fiscal
·
Valor Histórico.
Valor Administrativo, es el que tiene el documento en cuanto
es de utilidad en la propia oficina para la gestión de sus asuntos.
Valor Legal o fiscal es el que viene marcado por las leyes y
que indica que el documento puede tener un valor demostrativo de derechos para
la propia administración y para los ciudadanos. Por ejemplo, los expedientes de
impuestos si no tienen recurso, tienen un valor fiscal de cinco años. El
expediente de la Tasa de Equivalencia tiene un valor que oscila entre 20 a 30 años
dependiendo de la fecha del documento.
El valor histórico, viene marcado
por la información que contiene el documento y que puede servir para conocer
mejor la historia de una institución o de una comunidad. El valor histórico de
los documentos es muy importante, aunque rara vez se tiene en cuenta en la
organización de los documentos de una institución, por eso es corriente oír
hablar de palabras tales como archivo activo, semiactivo y pasivo, o de manera
más simplista archivos vivos y archivos muertos.
Según esa terminología los
documentos de valor administrativo formarían los archivos activos, los
documentos con valor fiscal o legal formarían el archivo semiactivo y, cuando
perdiesen esos valores, formarían el pasivo o muerto. Físicamente los dos
primeros se conservarían en la oficina y el último en la dependencia denominada
«Archivo». Si consideramos el valor histórico de un documento observaremos que
no existen archivos ni pasivos ni muertos. En el supuesto de que tras el
análisis de un documento llegásemos a la conclusión de su ausencia de valor, ni
siquiera para una futura investigación histórica, lo mejor que podríamos hacer
sería destruirlo. Nunca se debe incrementar el volumen documental de una
institución
innecesariamente. Las copias de
las notas de régimen interior que una oficina archiva durante un período de
tiempo para demostrar que se ha enviado y se ha recibido un documento, sería un
buen ejemplo pues podemos pensar que es difícil que alcancen la categoría de
documentos históricos. Lo que ocurre es que los documentos, igual que las
personas, tienen una especie de vida propia y pasan por diferentes edades. Así
surge en la ciencia archivística la llamada Teoría de las tres edades. Según
esta teoría los documentos pasan por tres etapas desde su creación:
*Primera edad: en la que los
documentos circulan y se tramitan. Su uso es frecuente, y reunidos y
organizados forman el archivo de oficina.
* Segunda Edad:
Los documentos carecen de valor administrativo, pero su conservación es
necesaria ya que tienen un valor legal y/o fiscal y son consultados con mucha
frecuencia por la Administración o los ciudadanos. Forman el Archivo
Intermedio.
* Tercera Edad:
Los documentos tienen un valor histórico y su consulta se lleva a cabo por los investigadores
preferentemente. Estos documentos forman el Archivo Histórico.
Generalmente a cada una
de estas edades se le asigna un número de años, así se dice que los documentos
de primera edad tienen de 0 a 5 años, los de segunda edad de 5 a 30 años y los
de tercera edad son aquellos que superan dicha fecha. Lo que no deja de ser un
convencionalismo tal vez de necesaria aplicación en grandes organizaciones,
pero que aplicado a ámbitos más pequeños puede ir en detrimento de la
conservación de los documentos y del aprovechamiento de los espacios
administrativos.
Actividad:
1.
Lee con lápiz, subrayando lo importante y luego
realiza un resumen de una página donde me expliques los puntos tratados en este
texto.
2.
Para probar tu comprensión y capacidad de síntesis,
realiza un mapa mental con lo que has expresado en el resumen.
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